Fabián Vena en Mendoza: "La filosofía y el teatro hacen preguntas y no buscan dar respuestas"

El actor se presenta en la provincia con su segundo unipersonal, "¿Quién soy yo? Filosofía Clandestina", en el Teatro Mendoza. En una entrevista habló de la realidad argentina, de los artistas y la pasión que generan las tablas. "El teatro es un llamado a las tripas y siempre habrá alguien dispuesto a ese llamado visceral", aseguró.

Juan Stagnoli
Periodista

En una tarde fría de julio, quizás una de las más frías que ha tenido el 2025, Fabián Vena está hablando por teléfono. En alguna parte de Buenos Aires, el actor se tomó unos minutos para contestar algunas preguntas sobre su unipersonal, el segundo de su carrera titulado, "¿Quién soy yo?" que se presenta el 5 de julio en el Teatro Mendoza.

En la entrevista con Espectáculos Mendoza, el actor habló de filosofía, de teatro y de la realidad argentina que cada vez que puede imbrica su dosis adicional a las ideas, reflexiones y construcciones artísticas del país. Contó cómo fue su experiencia preparando esta obra en la que la música, los textos y la puesta se combinan en un producto que promete dejar al espectador pensando, incluso, después de que baje el telón.

También destacó la importancia de la educación artística y cultural en Argentina, y cómo el teatro puede generar preguntas en lugar de respuestas, y fomentar un pensamiento crítico, en diálogo profundo a través del arte.

"Quién Soy Yo" es un unipersonal con dirección y actuación de Fabián Vena. Foto: Prensa.
"Quién Soy Yo" es un unipersonal con dirección y actuación de Fabián Vena. Foto: Prensa.

Llegás a Mendoza con este unipersonal "Quién soy Yo? Filosofía Clandestina", ¿qué significa para vos presentarte en la provincia y cuáles son las expectativas que traes?

Son expectativas renovadas porque estuvimos el año pasado con mil personas en el teatro de Plaza de Godoy Cruz. Esta vez vamos al Mendoza. Es un espectáculo que, por más que te lo venda de arriba para abajo, lo cierto es que tiene muy buena recomendación, salen todos absolutamente fascinados con lo que implica para mí tener una comedia entre manos, respetando el género, siendo riguroso. La diversión está garantizada. Es un material con un gran contenido, y seguramente salen emocionados.

Y te metés con la filosofía, y de cómo nos interpela la cuestión de las ideas, de los pensamientos, ¿El teatro puede recuperar ese tipo de reflexiones?

Vos sabés que a mí me ha interesado siempre la filosofía como un simple amateur. He tenido también uno de estos profes; este profe que yo hago es -de alguna forma inspirada en profesor de filosofía de cuarto o quinto año del secundario-, que nos mostraba la filosofía como algo absolutamente cercano, de una manera muy lúdica, dinámica, y emocionante y tiene muchos puntos en contacto con el teatro.

El teatro es una fiesta para todos. Una vez que uno entra a la sala a nadie se le pide ni estado civil, ni género, ni edad, ni religión, ni atribución física, tanto el que va por primera vez o el director del teatro se pueden sentar juntos y reírse juntos también.

La filosofía es mucho más cercana de lo que nosotros creemos, porque en realidad es ponerse a pensar las cosas con profundidad. Y cuando empecé a buscar la filosofía del teatro, y dar un lenguaje teatral a un material filosófico me pareció fenomenal. Descubrí de alguna manera que en esa fascinación que yo tengo con el teatro, y esa afectación que tengo por la filosofía, son actividades que comparten muchas cosas, por ejemplo, son de las pocas actividades que hacen preguntas, y no buscan dar las respuestas. 

Si el teatro da respuesta, está mal hecho, porque avanza la moral. En cambio, que vos salgas generando preguntas, y después caigan las fichas con la respuesta es otra cosa. En este caso el profesor de la obra dice: "Hay que saborear el valor de la pregunta, y no quedarse con la ansiedad de una respuesta".

Escrito por Daniel Cúparo y Carlos la Casa, la obra es un relato vertiginoso, fascinante y revelador. Foto: Prensa
Escrito por Daniel Cúparo y Carlos la Casa, la obra es un relato vertiginoso, fascinante y revelador. Foto: Prensa

Encadenado con la actualidad cultural argentina, ¿cómo crees que resuena todo esto?

Bueno, estamos viviendo un momento muy crítico, muy extremo. Porque no solamente se está desvalorizando en el ámbito social, sino otras cosas que para los argentinos son fundamentales, necesarias, fundacionales, como tiene que ver con la educación pública, la medicina pública, y los hechos culturales, no solamente el teatro. El cine, la música...El arte en sí.

Somos un pueblo que esas cosas siempre las hemos dejado muy arriba, porque nos han educado de esa manera. Yo me he criado y me han educado en colegios públicos, mi hijo en colegios públicos. Es algo que está muy cercano a nosotros. La enorme cultura teatral que tenemos en todo el país, ya no solamente en la locura de lo que es Buenos Aires, con su teatro comercial o su teatro independiente.

Yo no creo que en una familia, no se le dé valor a lo que implica una medicina pública. Mirá el caso de lo que se genera hoy, incluso con el Hospital Garrahan, hay algo ahí que no es una cuestión de la clínica. Todos tienen alguna situación con sus hijos, y es un problema que puede atravesar todo el mundo.

"Quién Soy Yo", navega por la historia de un profesor de Filosofía, que después de haber sido expulsado de la Universidad, dicta seminarios en lugares secretos. Foto: Prensa. 
"Quién Soy Yo", navega por la historia de un profesor de Filosofía, que después de haber sido expulsado de la Universidad, dicta seminarios en lugares secretos. Foto: Prensa. 

¿Cómo analizás lo que sucede con el Instituto Nacional del Teatro?

Yo creo que mi conexión con el teatro está en el centro cultural, en mi barrio. El estado es el centro cultural y es la forma que se hace la democracia. Yo no estaría hablando con vos en este momento si no hubiera tenido un centro cultural en mi barrio.

El proceso cultural es beneficioso, porque todo el arte genera situaciones muy importantes, muy elementales. Algunos los forman, otros los vienen creando y generando desde la empatía hasta los valores humanitarios más grandes que pueden estar en la sociedad. Yo creo que pegarle a cualquier expresión artística es inhumano, y esos golpes nos van a terminar haciendo daño, porque es algo que tenemos demasiado metido los argentinos como para que el gobierno de turno, o un movimiento momentáneo en escala mundial, termine martillando valores que son fundamentales para nosotros.

Metiéndonos un poco más con lo que es la técnica y la estética de la obra, la música original ganó el premio Estrella de mar, ¿cómo lograron amalgamar la música dentro de la obra y qué rol cumple?

La música original es de Pablo Porcell y es extraordinaria. Pablo es un gran amigo y un enorme músico, muy cercano a mi proyecto. En este caso le pedí que hiciera algo que no sea solamente un colchón que viene a acompañar, o embellecer determinada situación, sino que sea absolutamente protagonista: un teatro sinfónico, una ópera teatral. 

La música es tan importante como lo que sucede. Un texto paralelo. El riesgo era grande, porque no era solamente unos compases que van por ahí, de fondo como un colchón, sino que tienen un protagonismo absoluto; y no en determinados momentos, sino en toda la obra. Me siento más cantante que nunca arriba de un escenario y la única manera que me puedo sentir cantante es cuando la música me acompaña en las palabras. Y lo mejor es que no dejamos de hablar de filosofía en ningún momento.

No solo con la música, sino con la escenografía, vestuario. Desde la adaptación incluso, gracias a la generosidad de los autores que me dieron absoluta libertad para hacer esta obra.

Una obra encantadora, acompañada de una música original conmovedora. Foto: Prensa.
Una obra encantadora, acompañada de una música original conmovedora. Foto: Prensa.

¿Cómo es el encuentro con el público en ¿Quién soy Yo?, Filosofía Clandestina?

El encuentro con el público tiene que ver con otra cosa: con que todos en ese momento saltemos al vacío, nos entreguemos a lo que está más arriba y lo que está más abajo, pero no con que sigamos construyendo. Tampoco me gusta que participe el público.

Desde el primer día que agarré la obra pensé en el público, y mis ideas están todas. Y tres años después siguen estando las mismas ideas. Por supuesto, después de tres años de funciones, lo que se modifica es uno mismo. Es la fluidez con la que esas ideas se encadenan. El saber dónde golpeas determinadas zonas del espectáculo, el estar atento a determinadas zonas porque son demasiado vertiginosas y necesito que se entiendan...

Fabián, este es tu segundo unipersonal ¿Qué diferencias encontrás con el anterior?

No sé, nada. No existe en mi presente porque justamente me gusta enterrar lo viejo. Bien enterrado. No hay nada más triste que lo aburrido, ¿no? Las cosas que a algunos les resultan fáciles están pegadas con el aburrimiento. Entonces, ¿sabes qué hice? encontrar materiales, personajes, géneros, desafíos que me permitan salir a buscar algo que yo no sé. Entonces, no se parece absolutamente en nada a lo anterior salvo mi presencia y el equipo de laburo.

Todo mi equipo han participado en el anterior unipersonal y te diría que hay una enorme diferencia en todos sentidos. Aquello era un drama romántico y esto es una comedia con todas las letras. Los autores tenían un material súper original muy divertido, Yo lo desarmé, lo hice pelota. Lo traje, lo di vuelta y lo volví a traer. Recuerdo esas noches enteras en las que poder cerrar una frase significaba poner en entendimiento gran parte de la obra, y eso me ha llevado noches enteras. Una vez que la conseguí, no la toco más ¿Para qué tocarlo? Porque si lo toco, se rompe.

La comedia propone una historia fascinante que une el humor y la emoción.Foto: Prensa. 
La comedia propone una historia fascinante que une el humor y la emoción.Foto: Prensa. 

El trabajo de los textos en el unipersonal es clave, ¿qué trabajo implicó para vos?

A muchos de mis alumnos le digo que hagan unipersonal porque descubren cosas que son particulares como el hecho de que se haga un espectáculo teatral con una sola persona. Y es que en principio uno no negocia la verdad. Cuando uno comparte escena tocando la guitarra, el bajo, la batería, tiene que estar acompañado.

En cambio, en el unipersonal estás solito, con tu alma Y le metes la nota que quieras Y le metes los compases en función de tus tiempos. No tenés que compartirlos con nadie, ni esperar que te vayan a devolver la pelota redonda e implica conectarse puramente con la propia verdad. Entonces eso sí representa mayor riesgo, mayor responsabilidad, pero también un enorme disfrute.

La obra se alzó con el Premio Estrella de Mar en el rubro Música Original. Foto: Prensa
La obra se alzó con el Premio Estrella de Mar en el rubro Música Original. Foto: Prensa

Has recorrido el país con tus obras, sos profesor de teatro ¿Cómo ves el teatro en la Argentina? Y puntualmente si has tenido la posibilidad de ver obras aquí en Mendoza, ¿qué te han parecido?

Lamentablemente no he podido ver mucho porque siempre voy en modo laburo Y el modo laburo implica también un cierto cuidado sobre todo. Con el despliegue que tengo arriba del escenario, tengo que estar absolutamente entrenado y además hay una concentración para estar al frente de esas funciones. Es una de las cosas lindas que te da la gira.

En Buenos Aires podes hacer funciones todos los días. Es tu vida. Un día tuviste que ir a reunión de padres, ir al banco corriendo e hiciste la noche de la función como si fuera un acto más en tu vida. En cambio, la gira me ha dado esa posibilidad de entender el teatro como un evento único en el día. En la gira llegas, sabés que estás bien atendido, que estás cuidado y que lo único que tenés que hacer es la función de la noche. ¡Imagínate si me voy a andar a caballo, a recorrer una bodega. Imposible!

En cuanto al teatro en Argentina es de las cosas más grosas y más grandes que tenemos. Para mí está dentro de los amores de los argentinos: el fútbol, el asado y el teatro. No se puede creer el gran amor que toda Argentina tiene por el teatro. Tenemos Villa Crespo, que es un barrio de capital con más cantidad de teatros, Avenida Corrientes está siempre prendida y una enorme cantidad de teatros independientes en todos los barrios del país.

El actor protagoniza su segundo unipersonal y en su segunda temporada en cartelera regresa a Mendoza. Foto: Prensa
El actor protagoniza su segundo unipersonal y en su segunda temporada en cartelera regresa a Mendoza. Foto: Prensa

Vinculado un poco con la cuestión política, en este momento en el que estamos, también la política se ha teatralizado de alguna manera y todo parece una puesta en escena, ¿cómo analizás esa situación?

No, ellos, los políticos son actores desde siempre. No les pagan por eso, lamentablemente porque si les pagaran por eso yo no sé cuántos espectadores irían a verlos. Pero bueno, nuestro rubro siempre será querido, honrado y está vivito y coleando en todo el país porque es un arte milenario.

No hay ninguna red social o aparato tecnológico que pueda hacer algo que supere al teatro. El teatro es un hecho de humano a humano Y el teatro se convierte en teatro cuando hay un espectador en la platea. Y siempre habrá un espectador así que no solamente es un arte milenario sino que es un arte bello, sanador.

¿Cómo ves a las nuevas generaciones del teatro?

Bueno, yo tengo nuevas generaciones en estudio pero también sé que es una actividad que no hace falta que seas joven para hacerlo porque también tengo mucha gente grande que, si no hace una carrera como actor, se convierte en un espectador. Pero las nuevas generaciones la tienen un poco más jodida. Es bastante complicado pero así y todo me parece que como es un arte no responde más que a la técnica. Nadie está obligado a hacerlo y cuando uno lo hace muestra su lado más humano. Es un llamado a las tripas.

En mi caso, me llega un texto y me agarra la necesidad de compartirlo como cuando uno comparte una anécdota, un chiste, una aventura. En ese sentido siempre habrá alguien dispuesto a ese llamado visceral.

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