¿La mejor serie argentina es un "plagio" de la mejor película de Robert Redford?
Un debate "argento" ante la muerte de uno de los mejores actores y directores de la historia: la semejanza entre El Golpe y Los Simuladores.
La muerte de Robert Redford (89) este martes en su casa de Utah reavivó recuerdos sobre su legado cinematográfico y dejó abierta una pregunta incómoda: ¿son Los Simuladores, considerada por muchos como la mejor serie argentina, un plagio de El Golpe, una de las películas más emblemáticas de Redford junto a Paul Newman?
Tanto la película de 1973 -dirigida por George Roy Hill- como la creación de Damián Szifrón giran alrededor de un mismo eje narrativo: personas que, mediante escenificaciones minuciosas, manipulan a otras para engañarlas y cumplir un objetivo. Hasta acá, cualquiera podría decir que se trata simplemente de un "parentesco de género", pero hay al menos una escena que abre la polémica.
En El Golpe, los estafadores llegan a un banco disfrazados de pintores. Convencen a los empleados de que fueron contratados para retocar una oficina y, una vez adentro, redecoran el lugar para transformarlo en el supuesto despacho de uno de ellos. Así logran que la víctima entre y crea estar frente a un empleado de la institución. El operativo es tan parecido a otro de Los Simuladores que cuesta no pensar en un espejo.
En Los Simuladores, uno de los protagonistas se hace pasar por cliente de un banco, pide una oficina para contar dinero y, en cuestión de minutos, convierte al espacio en un falso despacho donde recibe a su víctima con la misma credibilidad que en el film de Redford. La mecánica, los tiempos y hasta la lógica del engaño parecen calcados.
¿Es esto un plagio o apenas un guiño? Nadie en el equipo de Szifrón reconoció alguna vez haber tomado directamente esa escena como inspiración, aunque tampoco sería descabellado imaginar que el director argentino haya visto la película ganadora del Oscar y la haya tenido presente al diseñar las trampas de sus personajes.
Quizás la respuesta nunca sea definitiva, y ahí radique parte de la magia: Redford ya es historia del cine, Szifrón lo es de la televisión (y también del cine), y los espectadores siguen encontrando puentes entre obras que marcaron a distintas generaciones.
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