La Sparkling Big Band hizo su magia en el teatro Independencia

Se presentó este sábado 29 de abril a sala llena.

Gabriela Moreno
Editora General

¿Cuántos son los que vienen por primera vez a ver al la Sparkling Big Band? preguntaron desde el escenario del teatro Independencia. Desde el último piso, el lugar al que llaman el paraíso, vimos muy poquitas manos levantadas. Ellos eran los nuevos, los que por primera vez se iban a meter en ese ambiente que genera la banda desde hace años, en el deleite que provocan las voces y los sonidos de algo que Mendoza ha sabido aprovechar. 

Esta vez, a sala llena, se escucharon las voces de Lorena Miranda, Valentina Gratón, Fernando Costábile y Alejandro Cohen, bajo la dirección de Juan Pablo Moltisanti y el acompañamiento de trompetas, trombones, saxos, flauta, oboe, guitarra, batería, contrabajo, violines, viola y chello, con cada uno de sus músicos haciendo todo y más para que el público pudiera notar lo que ellos viven en cada ensayo, en cada reunión, en cada arreglo o en cada cambio.

La Sparkling Big Band ya pasó la docena de años, desde aquella vez que alguien le dijo a Moltisanti, hay que hacer una banda. Y se hizo. Y hubo otras voces y se van sumando invitadas. Y hubo otros temas y se van sumando nuevos. También clásicos o en español o boleros. 

Pero esté sábado 29 hubo lo que tenía que haber, con 28 músicos en escena: jazz, swing, aplausos, pies en movimiento en cada asiento, algunos tímidos conteniendo el movimiento de sus cuerpos y otros más atrevidos tratando de salirse del asiento para sumarse al ritmo.

No podemos saber qué le habrá pasado a esas personas que levantaron la mano por primera vez para decir que iban a ver de qué se trataba el show, pero sí podemos saber qué sintieron los que ya sabían a qué iban y algunos ya reincidiendo. 

Cada tema fue un disfrute, aunque en algún momento en la parte alta del teatro un par de micrófonos quisieron llevarse las voces de los artistas. Pero se fue acomodando. Y alabado sea el sonidista y el gran equipo porque les aseguro que hubo momentos en que las voces lograron lo que en el barrio llamamos "piel de gallina". 

Particularmente, tengo que admitir, que Lorena Miranda me hizo piantar un lagrimón. Por Dios que voz. Y después llegó la de Valentina Gratón, que no dejó que la euforia bajara. Y ellos, Fernando Costábile y Alejandro Cohen, fueron los hombres del ritmo. Un final con los cuatro fantásticos, que ya habían pasado por temas de Frank Sinatra, Billie Holiday, Doris Day, Nat King Cole, Bobby Darin, Ray Charles, Ella Fitzgerald, Quincy Jones, entre otros, hacía de la noche un éxito. 

La Sparkling tiene algo que hace que se disfrute más que la música. Tiene la fórmula para comunicarse con el público como si fueran parte de nosotros. La banda nos empieza a convocar con los sonidos, las voces nos atrapan y el director ha logrado un contacto con la gente que lo hace sentir como un amigo.

También se sumaron como invitadas Francisca Figueroa y Valentina Tornello con sus voces y frescura que se disfrutaron y se las vio disfrutar. 

No es necesario agregar mucho más. Sí es bueno decirles y no sólo a los mendocinos, sino también a todo el turismo que llega a nuestra provincia, que estén atentos a las próximas fechas. Y si les gusta el jazz mucho mejor. 

Agradecimiento: Pupi Villar.


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